La poesía triste, amarga, cruel y desesperada ya no es poesía. Hemos dejado atrás por fortuna la etapa infantil en que todo lo horrible, terrible y aborrecible era también hermoso y excitante. Del desarreglo de los sentidos y de la temporada en el infierno solo quedan la resaca y el olvido. Avanzamos hacia un nuevo sentimiento poético de la vida que ya no quiere ser trágico.
" De santos amargados, líbranos Señor"
Sta. Teresa de Avila.
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